¿Uno se enamora?
Yo creo, antes de casarse.
El teléfono no existía,
esa fue la magia.
Una noción tampoco.
Talvéz un recuerdo vago,
historias recreadas en nuestra mente,
un poco de cuentos, nada grave.
Sólo encuentros espontáneos,
todo el tiempo.
Románticos, talvéz no,
lindos, podría yo decir que si.
Extraños bastante,
sinceros en demasía,
como debe de ser.
Yo no moví ni un dedo,
sólo dije una palabra.
El mundo se vino sobre mí,
no me quejo.
Lo ví, vi el rayo de eso que fue.
No existía el teléfono,
sólo eramos, ahi dudando
por lo tanto pensando,
siendo.
Cafés se reflejaban,
silencios sobre lo cojines piel.
La sala,
palabras y suspiros.
No mucho, sólo eramos.
Tranquilos, sin ver al futuro,
soñando con el presente.
Quiero, no.
Tengo.
Ahora, pasa.
El sofa, suspiros,
somos, miradas, las manos,
un momento.
Dudo, pero nada grave,
no tiene nada que ver con nada.
Estamos,
esperando agotar conversaciones,
acabar con los silencios.
Eternidad de dudar, pensar y ser.
Jóvenes,
revolucionarios con la rapidez,
miradas.
Fuimos, somos ahora,
El sofa sigue, pero no es,
ya no hay nada.
El teléfono fue todo.
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lunes, 4 de febrero de 2008
martes, 9 de octubre de 2007
Frente al papel, desnuda
Frente al papel, mi cuerpo desnudo y quieto espera que se impriman los instantes fugaces de sentimentalismo incompetente que recorren el pensamiento. Por mis piernas corre el aire frío de una afición pasada y la correría presente que estremecen hasta la conciencia, cuando escucho con frialdad total los sentimientos remotos de una persona que decía ser yo. Cuando me doy cuenta que aquello que juramos y sobretodo aquello que viví explícitamente en mis promesas se ha desvanecido y que aquel porvenir que anhelábamos juntos bajo tus sabanas se ha separado en energías paralelas que con el pasar del tiempo se emancipan más y más, como que si nunca hubieran sido una misma, un mismo sentimiento, un mismo cuerpo. Te veo e inclusive trato de recordar nuestro dolor al no manejar el universo, pero no lo logro, no hago más que deducir que lo que aún veo no es más que una silueta que guarda algo abismalmente lejano a eso que era antes yo, a la pasión, al mar y la ingenuidad divina. Mi pecho extraña tu canto y mis manos caricias al viento que recorría tu pelo antes de acabarse, desvanecerse y con el dos ánimas sin conciencia.
9/04/07
9/04/07

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